domingo, 23 de agosto de 2009

BURBUJAS



Era aburrido.

Se miro en el espejo sin ganas. El reflejo fue el mismo que el de todas las noches. La perspectiva del diminuto baño cabía perfectamente. No necesito ni inclinarse un poco. Lanzó un suspiro mientras cepillaba sus dientes sosegadamente. Oyó el apremio de su madre. Volvió a lanzar un suspiro a la vez que escupía y seguía cepillando sin muchas ganas de seguir las instrucciones dadas por la dentista.
Un ruido en el vaso que usaba para la tarea llamó su atención. Una burbuja se rompía en la quietud del líquido y la pasta de dientes se diluía dentro. Se lo pensó dos veces antes de cerrar la puerta y recordar dentro de su cabeza la advertencia apocalíptica.

Pero antes de siquiera darse cuenta de lo que hacía, movió el mango del cepillo dentro del vaso. No pasaría nada si hacia una o dos burbujas por diversión. Nadie se enteraría. Soplo despacio para no hacer mucho ruido, las burbujas flotaron en el aire suavemente. Rompió algunas y ahogo la risa. Siguió soplando pero ya no las deshizo más.

Para cuando se dio cuenta, las burbujas ya tenían repleto el cuarto de baño y ahora empujaban la puerta. Intento que no salieran, pero escaparon como un chorro de agua desplazándose por cada espacio de la casa. Nado entre ellas y miro a su hermana mayor tratando de alcanzar al perro que flotaba encima de un montículo. Su papá dormía tranquilo en su sillón de burbujas que lo habían desplazado ya lejos de la televisión. Un crujido rompió la confusión cuando la manada suave y multicolor empezó a escapar por la puerta principal y las ventanas.

Hizo una sonrisa traviesa; el grito de su mamá en alguna parte de las aún restantes burbujas se escucho. Seguro que tendría un castigo, pero no importaba. No había sido otro aburrido lavado de dientes.


KATRINA

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